Venezuela: 6 Claves para opinar sin infoxicar

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Alberto Montt

Desde el 12 F muchas personas nos volcamos a informarnos -y a opinar- sobre la crisis en Venezuela. Pero hay formas y formas: podemos contribuir a crear conciencia, a pacificar los ánimos (¿queremos paz?) o podemos reproducir el odio y la infoxicación (información que intoxica). Es una decisión personal. Y como en esto de discusiones políticas en redes sociales he aprendido algo (a fuerza de errores, por cierto) quisiera compartir algunas recomendaciones para aquellas personas que, en su más buena fe, participamos del debate sobre la crisis en Venezuela.

1. No hablar siempre «como si supiéramos»: En este caso concreto, no estamos en Caracas. Quizás nos sintamos plenamente informados pero la soberbia es SIEMPRE el peor enemigo del dialogo. Si te encontrás discutiéndole a un/a venezolano/a sobre lo que pasa en su país como si no entendiera nada, es hora de bajar dos cambios.

2. Hacer recuento de TODOS los daños y TODAS las víctimas: Sobre todo si hemos tomado una postura. Esto no es cosa menor, porque todas las vidas valen igual. Si hacemos recuento de una muerte, lo hacemos de todas, y las lamentamos todas. Siempre. Quizás si le diéramos la debida importancia a las muertes, a todas, las crisis se terminarían antes.

3. Creer que es obligatorio tener postura: Que la información se transmita rápidamente no nos obliga a tener una postura sobre cualquier tema con la misma rapidez. La realidad es compleja y más aún en este tipo de situaciones. A veces preguntar y repreguntar puede ser más efectivo. ¿Por qué no hay más mensajes de este tipo?:

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4. Chequear lo que compartimos: Uno de los fenómenos más llamativos de esta crisis es la difusión de fotografías de represión en Siria, Egipto y otros sitios, haciéndolas pasar por Venezuela. La violencia en ese país existe y no se necesita este tipo de estrategias para que el mundo lo sepa. Una buena técnica para no compartir imágenes de contenido falso es verificar la fuente: Si el usuario de Twitter fue creado esta semana y sólo comparte cierto contenido, deberíamos presumir que sus intenciones son justamente difundir desinformación. Si la fotografía proviene de una fuente confiable, existen recursos web para chequear el origen de la imagen (YouTube, Google Images, TinEye). Hay que usarlos!

5. Usar el humor, pero el de verdad: Ese que hace que se ría toda la gente. En Twitter se ha estado usando el entrecomillado de una manera muy sarcástica: «Comunistas» se manifiestan frente a la Embajada de Venezuela, decía un Tweet, y se me ocurrió preguntar a qué respondían esas comillas, porque quería saber qué querían decir. Me contestaron así. ¿Les parece que sirve para algo, a no ser para crear más confrontación?

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El humor de verdad, ese que nace sin ánimo de ofender, es un excelente antídoto para descomprimir el ambiente y muy necesario en tiempos de crisis.

6. Elegir sabiamente las batallas: Las redes no deberían ser un campo de batalla, sino de discusión, pero a veces -como en cualquier discusión- hay que usar la artillería pesada. Ahora bien, ¿A qué me refiero con eso? A los argumentos, cifras, estadísticas. Esa es la verdadera artillería pesada, no los adjetivos (des)calificativos ni las descalificaciones personales. Recordemos siempre: Las grandes mentes discuten ideas, las mentes promedio discuten los eventos puntuales, y las mentes pequeñas discuten a las personas. Al discutir ideas se colabora de verdad y, de paso, se gana el respeto de la gente.

Ojalá sigamos debatiendo y ese debate nos ayude a crecer, porque lo que debatimos online no se queda en la red. Es la pura vida real.

Marihuana: Encuadrar para despenalizar

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Imagen del "Pepe rasta" que corrió en las redes sociales. Fuente: El Porro de Pepe (Grupo de Facebook)

Imagen del «Pepe rasta» que corrió en las redes sociales. Fuente: El Porro de Pepe (Grupo de Facebook)ón, distribución y venta.

Con la legalización de la producción, distribución y venta de marihuana en el Uruguay la discusión llegó. Además de estar geográficamente cerca y económicamente también (ambos son socios del Mercosur) Paraguay es el principal productor de marihuana de Sudamérica, con lo cual no se puede desconocer la oportunidad de negocio que se abre.

A Horacio Cartes ya le preguntaron qué opinaba de la despenalización. “Por mis propias convicciones no estoy a favor, para mí sigue siendo un estupefaciente«, respondió Cartes que, además de ser presidente, como empresario uno de sus rubros más rentables es el de cigarrillos y ha sido acusado en más de una vez de tener conexiones con el narcotráfico. Independientemente a estas paradojas de la política criolla, la experiencia Uruguaya nos aporta una batería de argumentos, la mayoría a favor. Y, asumiendo que el argumento en contra vaya por el camino de las propiedades adictivas del cannabis, no sería difícil darles respuesta, siempre y cuando se encuentre el encuadre apropiado. Un ejemplo es este post del politólogo argentino Eddie Abramovich, que asumiendo la posibilidad de que la marihuana sea adictiva, argumenta brillantemente a favor de su despenalización. Para mí, Abramovich encontró el encuadre apropiado y la cuestión es no salirse de aquí.

LA MARIHUANA ¿ES BENIGNA O PELIGROSA? (Eddie Abramovich)

No tengo idea, pero hablemos de lo que sí entendemos algo.

Una trampa argumental corriente – y en la que suelen caer bienintencionados defensores de la despenalización – es discutir, simultáneamente y en un mismo eje, los eventuales daños del consumo y la criminalización.

Son cosas distintas. En el caso de que se probara que la marihuana es dañina estaríamos, como con el tabaco y el alcohol, frente un problema de SALUD, y los problemas de salud no se resuelven en el ámbito penal.

Eso es lo que hay que discriminar en primer lugar: sea cual fuere el posible riesgo del consumo, hay que cambiarlo de sede, de la cárcel al hospital, y que no se discuta más sobre esto.

Luego, habría que agregar que, en general, no hay COSAS adictivas sino estructuras psicológicas adictivas. Lo que crea adicción no es el objeto sino las condiciones previas del sujeto.

Seguidamente, habría que subrayar – contra la imbécil e interesada desmemoria de los populistas penales – es que si hay UNA sustancia ligada por consumo abusivo a la violencia y la muerte es el ALCOHOL, totalmente legal. La violencia y la muerte asociadas a los psicoactivos raramente se relacionan con el consumo, casi siempre con el tráfico.

Finalmente, sería bueno señalar que, así como hay especialistas en adicciones dotados de una visión holística y que trabajan con rigor ético y científico, los hay también que son beneficiarios de la criminalización y la estigmatización y se dedican a “curar” adictos de clase alta.

Y esto último es perverso, porque un profesional de la salud SABE, mejor que nadie, que la prohibición – en el caso de los adolescentes – no es disuasiva sino, por el contrario, estimulante.

Lo que intento decir con esto es que, más allá de las opiniones y saberes que existan sobre el mayor o menor riesgo de fumar porro, NO HACE FALTA alegar que el porro es «bueno» para reclamar su despenalización.

El cigarrillo es malo, pero nadie está en flagrancia permanente y riesgo de proceso judicial por llevar un atado de Parisiennes en el bolsillo; en el peor de los casos, un kiosquero podría ser multado por vendérselos a un chico. La penalización no es contra el porro, es una herramienta de represión y control y, pari passu, de aliento al narconegocio.

Resumiendo, no estoy calificado para afirmar que el Tetrahidrocannabinol (THC) sea curativo, lesivo o neutro; tal vez sea las tres cosas en distintos casos y modos de uso. En cambio, sí me siento autorizado a sostener que la criminalización de las adicciones es un fracaso monstruoso, con muchas más víctimas mortales que la suma de todos los vicios.

(Nota al pie. Este post no es médico, es político. El asunto no es si el porro es bueno o malo, sino cuán buena es la cárcel para «curar» a los fumadores)

El Ejército Zapatista y la batalla por los medios de comunicación

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Este 1 de enero se cumplen 20 años de la primera aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), uno de los movimientos con mayor presencia y reconocimiento tanto en México como en el resto del mundo. Se trata de un caso muy particular: Un grupo armado que inicia su actividad pública declarandole la guerra al gobierno y capaz de mantener durante 20 años apoyo público nacional e internacional. Casualidad no puede ser: Tiene que ver con la legitimidad de lo que reclaman y la capacidad que han tenido de darse a conocer.

A 20 años del levantamiento, la periodista Zorayda Gallegos publica en el último número del semanario emeequis un reportaje elaborado a partir de documentos secretos del gobierno, entre los años 1997 y 1998, en los cuales se detalla la estrategia de comunicación del gobierno -tanto federal como estatal- «para ganar la guerra de los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales». Una especie de WikiLeaks del gobierno de Chiapas. «Las batallas por los medios de comunicación» se titula este interesante material que recoge la síntesis de una estrategia de comunicaciónn política pensada para “detener el desgaste que el gobierno está pagando por el conflicto». Una estrategia tardía (llegó 3 años tarde) y que muestra cómo fue (y quizás aún sea) la relación del poder político con los medios de comunicación y periodistas.

El reportaje se puede descargar en formato pdf.

Los números de 2013

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Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2013 de este blog.

Aquí hay un extracto:

Un teleférico de San Francisco puede contener 60 personas. Este blog fue visto 2.800 veces en 2013. Si el blog fuese un teleférico, se necesitarían alrededor de 47 viajes para llevar tantas personas. Gracias por eso, gente! Ojalá el 2014 pueda dedicarle más tiempo a este chiringuito virtual.

Haz click para ver el reporte completo.

El poder de encarnar el perdón

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Nelson Mandela es, en sí mismo, una lección de cómo construir un relato político capaz de cambiar a todo un país a partir de un sentimiento tan íntimo como puede ser el perdón.

Después de 27 años de prisión y ya en el poder, lo utilizó para acabar con el apartheid sin revanchismos y unir a los negros y blancos de Sudáfrica.

¿Cómo lo hizo? Acá hablaremos del papel de la comunicación. Algunas entrevistas a personas que le conocieron nos dan algunas pistas. En primer lugar, es evidente que Mandela supo construir un mensaje claro que supo adaptar con habilidad a los diferentes públicos a los que debía persuadir y que estaban en lugares claramente opuestos.

Éste es un extracto de su discurso de juramento:

Hoy la mayoría de los sudafricanos blancos y negros reconoce que el apartheid no tiene futuro. Tiene que acabarse por nuestras propias acciones decisivas. Construir la paz y la seguridad.  Nunca, nunca más esta bella tierra volverá a experimentar la opresión de uno sobre otro”.

Esto repetía a los negros:

 “Si quieren olvidar el apartheid, deben aprender a perdonar

Y esto a los blancos:

Si quieren ser perdonados, deben olvidar su apartheid

Estas 3 frases sintetizan un relato fuerte, directo, claro, y, sobre todo, en relación directa con su objetivo: El perdón para lograr la unidad de Sudáfrica. Pero el relato no se construye solamente con discursos, con mera retórica. Para que se instale hay que escenificarlo. Mostrarlo. Vivenciarlo. Y en eso, Mandela, también fue un maestro. Como cuenta su biógrafo John Carlin, si bien la capacidad de perdón de Mandela es extraordinaria desde el punto de vista moral, también lo es desde el punto de vista político. “Mandela fue un estratega político, una persona que de manera muy fría y deliberada y durante mucho tiempo pensó cuál iba a ser la ruta más eficaz para llegar a su objetivo y en cierto modo el perdón es fundamentalmente pragmático”. Un perdón deliberado y escenificado, por ejemplo, en la famosa final del mundial de rugby, con toda Sudáfrica celebrando la victoria y –en paralelo- la reconciliación.

article-2519099-19E2279000000578-39_470x423La final quizás fue eso: la escena final de una historia que Mandela supo construir y contar, pero hubo otras de enorme valor simbólico. Poco después de llegar a la presidencia, invitó a almorzar a 6 viudas de ex primer ministros del Apartheid. “Obviamente, eso no pasó desapercibido. Se aseguró de que vinieran las cámaras de televisión y los periodistas para que la gente lo viera”, cuenta Carlin. En otra oportunidad almorzó con el abogado que en el año 64 pidió su pena de muerte al Tribunal que, finalmente, lo condenó a prisión. “Lo invitó a la residencia presidencial y apareció con él en la foto, sonriente. Esto es astucia política”.

Muy astuto. Tanto, que jamás perdió su impecable imagen. ¿Qué político conserva un aura de tal magnitud luego de su mandato? ¿Cómo puede ser que habiendo gobernado su país aún hoy se lo compare con Gandhi y no con Obama? Sami Naïr explica que Mandela “no es un hombre político. Es un profeta, es probablemente un santo laico, alguien que ha superado la política”. Y, por último, Mandela estaba convencido de que todas las personas somos iguales y supo transmitirlo en lo cotidiano. Un ejemplo: Incluso en sus viajes, aunque estuviera hospedado en la suite presidencial de un hotel 5 estrellas, era él mismo quien arreglaba su cama, desconcertando siempre a los servicios de limpieza y escenificando de manera brillante la coherencia y la igualdad.